Fatalistas,
van heridos por las calles;
¡No es mi culpa!
gritan,
¡Dios me motiva!
gritan,
¡Me corrige con amor!
gritan,
¡Pidiendo mi sangre!
y obedecen hijos fieles,
temerosos de su ira.
Te ruegan, madre de los santos,
guía del suicida,
flama eterna del sufrimiento;
fortalezcas su corazón infectado
de palomas y dicha,
ser guardianes de la redención
y santidad dolorosa;
Ya después de su juego,
rechazado el caliz de alegría
a fuerza de prensas y flagelos;
duermen bajo la fiebre,
sueñan con el cielo,
babean saboreando el martirio,
benditos con sudor y saliva.
C. Vargas ( Para los fatalistas, con todo mi amor )
sábado, 21 de noviembre de 2009
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